Gestión por Promesas: la clave para una ejecución confiable
Cuando cumplir deja de ser un acto de suerte
En muchas organizaciones, las estrategias se diseñan con precisión, pero su ejecución se diluye entre prioridades cambiantes, áreas desconectadas y una sensación permanente de “estar ocupados sin avanzar”.
Los líderes diagnostican problemas de comunicación o falta de apropiación, pero pocas veces llegan al fondo: la empresa no está alineada por compromisos reales, sino por tareas dispersas.
La Gestión por Promesas ofrece una respuesta radicalmente distinta. No se trata de más controles ni de una nueva moda metodológica, sino de rediseñar la forma en que las personas conversan, se coordinan, acuerdan y cumplen.
Como señalan Donald Sull y Charles Spinosa en su artículo clásico de Harvard Business Review, Promise-Based Management: The Essence of Execution , “toda organización es, en esencia, una red de promesas” —y su efectividad depende de la calidad de esas promesas.
1. Qué es la Gestión por Promesas
La Gestión por Promesas es una disciplina organizacional que entiende la empresa como una red viva de compromisos entre personas. Cada promesa —grande o pequeña— se convierte en un microcontrato entre un “cliente” y un “proveedor” interno o externo.
No se trata de jerarquía, sino de coordinación horizontal y responsabilidad compartida.
El concepto tiene su raíz en la teoría de los actos de habla, desarrollada por Fernando Flores y Terry Winograd, quienes propusieron que el lenguaje no solo describe, sino crea acción: hablar es hacer (Stanford Encyclopedia of Philosophy – Speech Act Theory).
Sobre esa base, Sull y Spinosa introdujeron el enfoque de Promise-Based Management como respuesta a la brecha entre estrategia y ejecución. En términos simples: una organización que promete bien, ejecuta bien.
2. Por qué la ejecución falla (y qué tiene que ver con las promesas)
Los diagnósticos empresariales coinciden: la ejecución falla más por desalineación y desconfianza que por falta de recursos.
Según un estudio de Julian D. Cortes (2021) sobre gestión organizacional en Latinoamérica, la región enfrenta una brecha crónica de consenso, coordinación y accountability, elementos centrales para el cumplimiento efectivo de promesas (arXiv.org – Management and Business Research in Latin America).
Promesas implícitas, confusas o no declaradas derivan en reuniones que no concluyen en acuerdos, fricciones entre áreas y pérdida de credibilidad interna.
Como sintetiza el enfoque de bCoord, “cumplir lo prometido no es un eslogan: es la base de la ejecución impecable.”
3. Las cinco cualidades de una buena promesa
En bCoord reinterpretamos las cinco condiciones de Sull y Spinosa como prácticas culturales:
- Pública: cuando una promesa es visible, se convierte en un compromiso colectivo.
- Activa: no basta aceptar solicitudes; se requiere diálogo y entendimiento del “por qué”.
- Voluntaria: los compromisos se asumen con autonomía, no por imposición.
- Explícita: una buena promesa detalla qué se entrega, a quién, cuándo y con qué condiciones de satisfacción.
- Basada en propósito: las promesas tienen sentido cuando se conectan con los objetivos del negocio y del cliente.
4. De la coordinación al compromiso: cómo se transforma la organización
La transición desde una organización basada en tareas hacia una basada en promesas implica un cambio cultural: el liderazgo deja de controlar y empieza a diseñar conversaciones de coordinación.
Esto genera tres movimientos esenciales:
- De la fragmentación a la colaboración: las áreas dejan de competir por control y se articulan por acuerdos explícitos.
- Del control a la confianza: la transparencia sustituye al micromanagement.
- De la incertidumbre a la agilidad: las promesas claras permiten renegociar sin perder ritmo ni foco.
Un estudio del Observatorio de Recursos Humanos (2024) —Radiografía Latinoamericana sobre Compromiso Organizacional— confirma que las empresas que promueven acuerdos claros y visibles presentan mayor compromiso y orgullo de pertenencia.
5. Promesas, tecnología y cultura: una tríada inseparable
En bCoord observamos que la Gestión por Promesas no reemplaza los sistemas de gestión, sino que los hace significativos. Los tableros, KPIs o herramientas de workflow solo cobran valor cuando se conectan con compromisos reales entre personas.
El estudio de Soria-Barreto et al. (2021) sobre compromiso laboral en Latinoamérica (SciELO Chile – Ingeniería Industrial) demuestra que la cultura y la claridad de roles son claves para sostener el compromiso en el tiempo.
La tecnología habilita, pero la promesa coordina.
6. Prometer es hacerse cargo
Prometer es un acto de liderazgo. Cada vez que alguien cumple lo que dijo, refuerza el tejido invisible de confianza que sostiene a la organización.
La Gestión por Promesas no es un marco teórico; es una práctica que convierte conversaciones en acción y acción en resultados. Es el puente entre la estrategia y la ejecución. Es el compromiso hecho cultura.
Conclusión: hacia una nueva disciplina de la ejecución
En un entorno donde los planes cambian más rápido que las estructuras, la ejecución se ha convertido en el verdadero diferenciador competitivo.
Las empresas que adoptan la Gestión por Promesas ganan algo más que eficiencia: ganan coherencia, credibilidad y propósito compartido.
Como diría Donald Sull, profesor del MIT Sloan, “el liderazgo no consiste en dar órdenes, sino en crear compromisos que movilicen a otros” (MIT Sloan Management Review).
La ejecución impecable no ocurre por control, sino por conversaciones que construyen confianza.